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Fatiga Crónica

Actualizado: 24 nov 2018

El síndrome de fatiga crónica (SFC) es una nueva entidad clínica caracterizada por la presencia de fatiga grave e incapacitante, que se da en combinación con una serie de síntomas físicos y psicológicos. El SFC aparece como categoría diagnóstica reciente, ya que comienza a nombrarse a finales de los años ochenta. La Psicología Científica no ha realizado grandes investigaciones acerca de este síndrome, es por ello que es un trastorno muy poco conocido.

Sin embargo, podemos hablar de una multiplicidad de causas a la hora de abordar este síndrome. Contamos tanto con factores de predisposición, como con factores precipitantes (etiología multifactorial).

Entre los factores de predisposición se encuentran los trastornos psicológicos (por ejemplo los trastornos de ansiedad, la depresión y los trastornos somatoformos), la alergia, la predisposición genética y familiar, y ciertas características de personalidad; en cambio, los factores precipitantes pueden ser tanto de naturaleza física, como ciertas infecciones u operaciones quirúrgicas, como de naturaleza psicológica (por ejemplo el estrés psicosocial). Una vez que se ha desarrollado el SFC, se han observado diversos mecanismos psicobiológicos etiopatogénicos que podrían relacionarse con la sintomatología del síndrome, fundamentalmente un deterioro en la capacidad de respuesta del sistema hipotálamo-hipófiso-cortico- suprarrenal, alteración que puede causar otras perturbaciones comunmente observadas, como un incremento de la activación inmunológica y cierta disregulación del proceso del sueño (Cleare, 2003; Sandín, 1999).

En estudios recientes se demostró que el Síndrome de Fatiga Crónica podría ser causado por la inflamación de vías en el sistema nervioso, y que esta inflamación podría ser una especie de respuesta inmune o proceso autoinmune, de allí el nombre utilizado por autores británico de Encefalomielitis Miálgica (EM). El SFC se puede presentar cuando una enfermedad viral se complica a causa de una respuesta inmune inadecuada o disfuncional. También es posible que influyan factores como la edad, enfermedad previa, estrés, medio ambiente o predisposición genética. El SFC se da con mayor frecuencia en mujeres de entre 30 y 50 años, y en menor medida en niños y adolescentes.

A continuación, describiremos el modelo de susceptibilidad y la hipótesis de la cadena de estrés en el área laboral.

Modelo de susceptibilidad

El modelo de susceptibilidad comparte la característica de ser multifactorial, pues considera aspectos biológicos, psicológicos y laborales. Postula que cada individuo tiene un distinto nivel de vulnerabilidad para llegar al SFC.

Este modelo establece la combinación de algunos elementos: susceptibilidad biológica, susceptibilidad al mobbing, susceptibilidad al burn-out, susceptibilidad al estrés laboral, y los factores de protección como: autoconcepto positivo, alta autoestima, locus de control interno, sen- timiento de autoeficacia y apoyo social.

Hipótesis de la cadena de estrés laboral

La hipótesis de la cadena de estrés en el área laboral considera que la persistencia del estrés laboral es acumulativa y puede atravesar tres estadios:

1. Mobbing o Síndrome de Burn-out o Estrés Laboral.

2. Fatiga Laboral: de la que puede recuperarse con descanso o cambio de trabajo.

3. Síndrome de Fatiga Crónica (SFC) de la que no se recupera ni con tiempo de descanso ni con cambio de trabajo.

Síntomas

Para poder comprender el Síndrome de Fatiga Crónica, anteriormente denominado Encefalomielitis miálgica, es necesario conocer su sintomatología. Los síntomas pueden aparecer de forma brusca o luego de un evento estresante intenso, de naturaleza psicosocial o biológica, como una enfermedad.

El SFC ha sido calificado por la OMS como una enfermedad nueva de tipo neurológico de carácter infeccioso, recurrente y resistente a los medicamentos. Es multisistémica, la cual afecta y a la vez compromete diferentes sistemas como el inmune, neuro endócrino y nervioso autónomo.

Las características más relevantes refieren a una fatiga intensa, tanto física como mental, con una duración de al menos 6 (seis) meses para ser considerado como perteneciente al síndrome de fatiga crónica. Afecta el desarrollo de la persona en sus actividades laborales, sociales y personales. Debe acompañarse de algunos de los siguientes síntomas, por lo menos cuatro de ellos: dificultades de concentración y pérdida de memoria, faringitis recurrentes, dolor muscular, dolor articular, jaquecas de nueva aparición, sueño no reparador, fatiga tras el esfuerzo (físico o mental) que persiste más de 24 horas después del mismo, escalofríos y sudoración nocturna, dolor de garganta, febrícula (no supera los 38 grados), alteraciones psicológicas como cambios de humor, irritabilidad, ansiedad, depresión.

La sintomatología de este Síndrome cursa con variación de la severidad en el curso del tiempo y puede suceder que los mismos disminuyan por un tiempo y aumenten nuevamente. Los más característicos de este Síndrome se detallan a continuación:

1. Fatiga. A la fatiga presente en el SFC se la considera “patológica” la cual se combina con agotamiento, debilidad, pesadez, malestar general, inestabilidad cefálica y somnolencia. La capacidad de realizar actividades en el paciente se reduce en un 50% o más, a tal punto que los imposibilita a salir y realizar ciertas actividades por sí mismos. Este cansancio no se alivia con el descanso y, como se mencionara más adelante, empeora cuanto mayor esfuerzo físico y mental se realice.

2. Fatiga Post esfuerzo. Es habitual que los pacientes padezcan un cansancio debilitante, seguido de un esfuerzo físico, de forma que experimentan una rápida fatiga muscular y falta de resistencia. A su vez, los síntomas refieren a una fisiopatología que compromete una activación del sistema inmune y el tiempo de recuperación es largo, en general un dia o mas, y la realización de ejercicio físico puede provocar una recaída.

3. Dificultades para conciliar el sueño. Se presentan alteraciones de los ritmos circadianos para conciliar e incluso mantener el sueño. Asimismo, no se llega a alcanzar fases profundas y en el caso de que suceda, se da por lapsos muy cortos de tiempo. El sueño fragmentado es característico de estos pacientes, experimentando el mismo como no reparador acompañado de agotamiento matutino. El insomnio que tienen estos pacientes es crónico.

4. Dolor. El mismo suele ser de carácter crónico, a causa de una disfunción de las áreas de procesamiento del dolor del sistema nervioso central, por lo cual él mismo envía señales inadecuadas entre el cerebro y el cuerpo. Es frecuente que el paciente perciba mialgias de carácter generalizadas de forma aleatoria y rotativa. Las características del dolor se vinculan con un fenómeno agudo y profundo. Los espasmos musculares y dolores de cabeza son frecuentes, y es muy importante realizar un diagnóstico diferencial con el síndrome de fibromialgia, ya que suele presentarse un grupo de pacientes que reúnen los criterios para diagnosticar este síndrome.

A continuación se describen las manifestaciones más importantes del SFC en diferentes áreas.

Manifestaciones neurológicas/cognitivas.

Estas manifestaciones se transforman entre un individuo y otro, siendo más claros en presencia de fatiga. Algunos fenómenos más comunes consisten en la “niebla cognitiva”, disfunción en el procesamiento de la información, confusión, dificultades en el tiempo de reacción, para concentrarse y pérdida de memoria. El agotamiento cognitivo puede ser evidente cuando las respuestas del paciente se hacen más lentas, menos coherentes y experimenta más problemas para encontrar palabras e información. Se evidencian fenómenos de hipersensibilidad a sonidos, temperaturas y olores, además existen alteraciones motoras y debilidad muscular.

Manifestaciones autonómicas. Intolerancia Ortostática Crónica (IOC).

El paciente manifiesta incapacidad para realizar actividades estando de pie vinculado a la experimentación de un cansancio extremo, con prisa para recostarse, malestar, confusión y aumento de los síntomas. Asimismo los individuos experimentan hipotensión ortostática, lo cual está ligado a una baja de la presión sanguínea al levantarse, con lo que la persona se siente mareada, con nauseas y débil.

En relación al Sistema Nervioso Central existen síntomas asociados, tales como: alteraciones respiratorias, a nivel intestinal síntomas como estreñimiento, síndrome de colon irritable, náuseas, dolor, diarrea, episodios de sudoración y escalofríos. Se producen alteraciones del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal, de los centros de procesamiento de las vías del dolor y del sistema nervioso autónomo.

Manifestaciones neuroendocrinas.

En este nivel, la sintomatología está asociada a la pérdida de capacidad termostática, intensa intolerancia al frío o calor, con lo cual otros síntomas pueden empeorar, cambios bruscos de peso, desregulación del SNC e hipoglucemia. Existe inflamación de los ganglios linfáticos, en especial de cuello y axilas.

Manifestaciones inmunes.

Existen diversas hipótesis que avalan agentes infecciosos como desencadenantes del Síndrome de Fatiga Crónica. Los mismos se refieren al citomegalovirus humano, Epstein Barr en corazón, infecciones cerebrales desencadenadas por virus, virus del herpes.

Diagnóstico diferencial

Criterios de inclusión y exclusión

En 1994, luego de una revisión hecha por el Center for Disease Control and Prevention of Chronic Fatigue se llegó a un consenso sobre los nuevos criterios de diagnóstico del SFC, especificando también los criterios de exclusión, así como los procedimientos de evaluación clínica recomendados.

El primer criterio a tener en cuenta, es la existencia de fatiga crónica y que esta no pueda ser explicada por razones médicas, cumpliendo por lo menos 5 condiciones

1) Fatiga crónica persistente o que reaparece durante un periodo mayor a 6 meses de duración 2) Que sea de comienzo nuevo, osea no habitual 3) que sea no debida al ejercicio 4) No se alivia o desaparece con el descanso 5) Produce deterioro de las actividades personales, sociales, educativas o laborales.

El segundo criterio es que al menos se den 4 de los siguientes síntomas durante un periodo mayor a 6 meses.

1) Pérdida grave de memoria o de capacidad de concentración 2) Dolor de garganta 3) Nódulos linfáticos sensibles, cervicales o en axilas 4) Dolor muscular 5) Dolor en articulaciones sin hinchazón o enrojecimiento 6) Dolor de cabeza nuevo 7) Sueño no reparador 8) Malestar tras ejercicio durante más de 24 horas.

Por otro lado no puede diagnosticarse SFC si se da alguna de las siguientes condiciones, determinando de esta forma los criterios de exclusión.

1) Cualquier enfermedad médica activa que pueda explicar la fatiga crónica (p.ej., hipertiroidismo no tratado. 2) Cualquier enfermedad médica diagnosticada previamente, cuya curación aún no ha sido suficientemente resuelta, y cuya actividad puede explicar la fatiga crónica p.ej., casos de hepatitis B o C tratados previamente. 3) Cualquiera de los siguientes trastornos mentales: Depresión mayor psicótica, trastorno del estado de ánimo bipolar, esquizofrenia, trastornos delirantes, demencia, anorexia nerviosa, o bulimia nerviosa. (4) Abuso de alcohol u otras sustancias durante los dos años anteriores al comienzo de la fatiga crónica y en cualquier tiempo posterior. (5) Obesidad grave, definida por el índice de masa corporal (IMC) > 45 [IMC = peso en kg/(altura en metros)^]

En cuanto a las condiciones de inclusión, se enuncian las siguientes: fibromialgia, trastornos de ansiedad, trastornos somatoformes, depresión no psicótica o no melancólica, neurastenia, y trastorno de sensibilidad química múltiple. Esto quiere decir que puede diagnosticarse el SFC junto con cualquiera de estas condiciones estableciendose de esta forma las posibles comorbilidades que presenta el caso Tampoco son condiciones de exclusión la existencia de enfermedades adecuadamente tratadas, por ejemplo hipotiroidismo tratado con terapia hormonal sustitutiva, o asma cuyo tratamiento haya sido determinado de la función pulmonar u otras pruebas, ciertas enfermedades por ejemplo, sífilis o enfermedad de Lyme, tratadas correctamente antes de aparición de la enfermedad crónica, o resultados aislados de laboratorio por ejemplo el incremento de anticuerpos. Los casos de fatiga crónica evaluada clínicamente e inexplicada médicamente que no reúnan al menos 4 de los síntomas indicados dentro del criterio B son considerados como casos de fatiga crónica idiopática.

Tratamiento

Dado que el SFC no puede explicarse de manera simple, ya que el elemento que lo precipita puede no ser él mismo que el que lo mantiene, el tratamiento no debe estar enfocado únicamente en la naturaleza del agente causal (Sandín, 2005).

El tratamiento del SFC también ha sido abordado farmacológicamente, a través de la administración de antidepresivos, corticosteroides, inyecciones de magnesio, por ejemplo, pero los resultados de su administración no lograron producir efectos significativos.

Existen diversas opciones para ayudar a los pacientes a manejar el SFC y mejorar su calidad de vida:

Dicho tratamiento puede abordarse desde un enfoque multimodal. Dado que su abordaje es complejo obliga a combinar diferentes modalidades terapéuticas.

El objetivo es lograr el alivio de los síntomas para que el paciente logre adaptarse, por lo que el tratamiento será individual y adaptado a cada paciente. Por lo que el médico debe ser informado por el paciente los cambios que experimente, para que este realice los ajustes necesarios y modifique las estrategias en el tratamiento. El paciente tiene que aprender a valorar cuáles son sus nuevos límites, mediante implementación de técnicas para sobrellevar el trastorno y manejo de las actividades de la vida diaria normal.

Es preciso tratar los síntomas más perturbadores primero ya que los pacientes con SFC sufren los síntomas con variada sintomatología y variada intensidad :

Fatiga debido a problemas del sueño: La mayoría de los pacientes con SFC tiene algún tipo de alteración del sueño. Las quejas más comunes incluyen dificultad para quedarse dormido, hipersomnia (somnolencia excesiva), despertarse frecuentemente, sueños intensos y gráficos, piernas inquietas y mioclonía nocturna (espasmos musculares en la noche).

Adoptar buenos hábitos de sueño. Se debe aconsejar a los pacientes que practiquen normas estándar de higiene del sueño:

● Establecer una rutina regular para la hora de irse a dormir.

● Evitar dormir una siesta durante el día.

● Incorporar un periodo largo de relajamiento.

● Usar la cama solo para dormir y tener relaciones sexuales.

● Establecer un horario regular para irse a dormir y despertarse.

● Controlar el ruido, la luz y la temperatura.

● Evitar el consumo de cafeína, alcohol y tabaco.

● Intentar hacer ejercicios ligeros y estiramientos más temprano en el día, al menos cuatro horas antes de la hora de irse a dormir, porque esto puede mejorar la calidad del sueño.

Dolor: Las personas con SFC presentan a menudo un dolor profundo en sus músculos y articulaciones. Los pacientes también se pueden quejar de dolores de cabeza (típicamente como de presión) y dolor cuando se tocan la piel.

Los médicos recomienda al paciente que tome analgésicos como acetaminofeno, aspirina o ibuprofeno. Además, si es necesario, un especialista puede proporcionar un tratamiento para el dolor. También se recomienda asesoría profesional en técnicas para el manejo del dolor para aquellos pacientes con SFC que sufren dolor constante.

Asimismo, el manejo del dolor debe incluir terapias de estiramiento y movimiento, masajes suaves, calor, ejercicios de tonificación, hidroterapia (terapia de sanación en el agua) y técnicas de relajación. La acupuntura, cuando la administra un profesional calificado que sepa del SFC, puede ser eficaz en el alivio del dolor que sufren algunos pacientes.

Problemas de la memoria y la concentración: Las quejas relacionadas con la memoria y la concentración son dos de los síntomas más perturbadores que reportan las personas con SFC. El entrenamiento en técnicas de relajación y meditación, y para ayudar a la memoria — agendas, calendarios — pueden ser útiles para abordar los problemas cognitivos. Estimular la mente con rompecabezas, juegos de palabras, cartas y otras actividades también puede ser beneficioso para algunos pacientes.

Los profesionales de la salud deben ser cautos al recetar estimulantes para los problemas cognitivos. Los estimulantes suaves pueden ser útiles para algunos pacientes, pero los más fuertes pueden llevar a un ciclo de sobreesfuerzos y recaídas.

Depresión y ansiedad: Adaptarse a una enfermedad crónica y debilitante puede llevar a veces a la depresión. A la mitad de los pacientes con SFC le da depresión en algún momento durante el transcurso de la enfermedad. Cuando se presenta, la depresión necesita ser tratada. Si bien el tratamiento de la depresión puede reducir la ansiedad y el estrés, no es una cura para el SFC.

Es recomendable a los médicos ser cautos al prescribir antidepresivos. Los medicamentos antidepresivos de varios tipos tienen otros efectos que pueden empeorar otros de los síntomas del SFC y causar efectos secundarios. Hay herramientas psiquiátricas de detección que pueden administrarse y evaluarse en atención primaria, tales como el Inventario de depresión de Beck. Los resultados de estas herramientas de detección que apuntan a una posible depresión subyacente y a otros trastornos psicológicos pueden ameritar la interconsulta con un profesional de la salud mental.

Además, las técnicas de respiración profunda y relajación muscular, los masajes y la sanación con las manos (imposición de manos), y las terapias de movimiento como el estiramiento, el yoga y el tai chi pueden beneficiar a algunos pacientes con SFC al reducir la ansiedad y promover una sensación de bienestar.

Mareos (desequilibrio ortostático): Es posible que algunos pacientes con SFC también presenten síntomas de desequilibrio ortostático —en el cual los síntomas son desencadenados o empeorados al estar de pie— particularmente mareos frecuentes. Cuando los médicos determinan que estos síntomas son lo suficientemente graves como para ameritar más análisis, deben remitir a los pacientes para que sean examinados por un cardiólogo o neurólogo. El tratamiento específico para el desequilibrio ortostático solo debe comenzar una vez que se confirme el diagnóstico y debe ser administrado por médicos con experiencia en la evaluación de resultados terapéuticos y en el manejo de posibles complicaciones.

Los tratamientos para problemas ortostáticos incluyen la expansión del volumen en aquellos pacientes con SFC que no tienen enfermedades cardiacas o de los vasos sanguíneos. Si los síntomas no mejoran con un mayor consumo de líquidos y sal, se pueden recetar medicamentos y medias de compresión.

Otro de los pilares del tratamiento a seguir incluye vigilar el uso de todos los medicamentos y suplementos:

Medicamentos que se venden con o sin receta: Hay muchos medicamentos que se venden con o sin receta que se pueden usar para tratar las dificultades para dormir, los problemas cognitivos, el dolor y otros síntomas del SFC.

Muchos pacientes con SFC son sensibles a los medicamentos, en especial a los sedantes. Los beneficios terapéuticos se pueden lograr a menudo con dosis menores a los estándares, así que los médicos deberían tratar de recetar una fracción de la dosis habitual recomendada para empezar y aumentarla gradualmente, según sea necesario y tolerado. Todos los medicamentos pueden causar efectos secundarios, lo cual puede llevar a nuevos síntomas o empeorar los ya existentes, así que es importante vigilar habitualmente el uso de todos los medicamentos recetados, los que se venden sin receta y los suplementos.

Algunos fármacos actúan en múltiples sistemas del cuerpo y síntomas. Por ejemplo, es posible que los antidepresivos tricíclicos no solo mejoren el estado de ánimo, sino también que ayuden con el sueño y el dolor. Recetar ese tipo de medicamentos permite utilizar una cantidad menor de ellos para tratar múltiples síntomas con efectos secundarios mínimos.

Suplementos alimenticios y herbarios: Las personas con SFC utilizan frecuentemente vitaminas y otros suplementos alimenticios y herbarios. Se han hecho pocos ensayos clínicos con suplementos alimenticios y vitaminas —estos productos no son regulados— y a menudo se desconoce la información acerca de su potencia y sus efectos secundarios. Sin embargo, muchos pacientes con SFC reportan un alivio de los síntomas al usarlos. Por lo tanto, los profesionales de la salud y los pacientes necesitan hablar acerca de los suplementos alimenticios y herbarios para determinar su seguridad, su eficacia y las interacciones negativas que puedan tener con los medicamentos recetados y los tratamientos.

Los suplementos alimenticios no pueden reemplazar una alimentación buena y nutritiva, por lo que se insta a mantener una dieta balanceada. Los pacientes con SFC deberían evitar el consumo de ciertos suplementos porque son peligrosos. Algunas personas con SFC reportan sensibilidad a varios alimentos o sustancias químicas, y estos productos deberían evitarse. Si son sensibles, no deberían usar estos productos potencialmente problemáticos.

Los pacientes deben conversar con sus médicos acerca de todos los tratamientos posibles debido a que muchos de ellos y las supuestas curas para el SFC que se promocionan en Internet no han sido probadas y pueden ser peligrosas.

Controlar la actividad física y el ejercicio:

● Evitar extremos

● Elaborar un programa de actividad física

● Actividad suave y de bajo impacto

● Ejercicios de fortalecimiento y acondicionamiento

● Terapia de ejercicio gradual (TEG)

● Modificar los ejercicios para los pacientes gravemente enfermos

Para mejorar la salud y la calidad de vida se abren distintas vertientes entre las cuales encontramos:

Terapia cognitivo conductual (TCC): La TCC se prescribe a menudo para ayudar a los pacientes con enfermedades crónicas a que manejen de mejor manera su enfermedad y desarrollen estrategias que contribuyan a aliviar sus síntomas.

El desarrollo de este tipo de terapia se ha incrementado con el correr de los años, sobre todo en éstos últimos. Los protocolos utilizados se basan generalmente en ejercicio físico programado, el control y afrontamiento del estrés asociado a la enfermedad y la reestructuración cognitiva (Sandín, 2005).

Un ejemplo de este tipo de terapia es el método de Friedberg y Jason (2001) que combina la terapia de habilidades de afrontamiento y control del ritmo de actividad para incrementar la funcionalidad física y la calidad de vida. Con este objetivo, controla los niveles de energía, la fatiga, y los niveles de actividad del paciente.

El trabajo con las habilidades de afrontamiento incita al paciente a utilizar pensamientos constructivos para adaptarse al malestar afectivo relacionado con la enfermedad.

Otro procedimiento de tratamiento cognitivo conductual fue desarrollado por el grupo de Sharpe (1997), partiendo de la formulación cognitivo-conductual relacionada con el mantenimiento del SFC. Éste modelo se desarrolla en sesiones, y se puntualiza en 5 fases:

Fase 1 “Evaluación y formulación”: Se explica al paciente la base psicológica del mantenimiento de la enfermedad. Es la etapa de la psicoeducación, en la cual se pone de manifiesto la participación de los componentes cognitivos, emocionales, y sociales a ser evaluados durante el tratamiento. Es preciso lograr una reformulación de la enfermedad, para lo cual es importante hallar una explicación positiva de la enfermedad en términos biopsicosociales, y un cambio de concepción de una enfermedad específica que puede ser curada por un médico, para pensarla como una condición real pero reversible que puede ser modificada por él paciente con autoayuda práctica.

Fase 2 “Intervención cognitivo-conductual”: Es un aspecto central en el tratamiento que implica una planificación de la terapia en función de las características del paciente. En un primer momento es preciso negociar con él paciente las actividades que habrán de llevarse a cabo. La terapia toma un camino en él cual se destacan cuatro aspectos. En primer lugar él control de la actividad, ya que por ejemplo puede ocurrir que sea necesario establecer un programa de incremento gradual de la actividad. En segundo lugar, revisar y reestructurar los pensamientos, sobre todo aquellos relacionados con aspectos de la enfermedad, los cuales pueden ser observados desde la evidencia médica y él uso de experimentos conductuales. Por último, él afrontamiento del estrés, ya que este puede no haber sido la causa principal del síndrome, sino que puede darse como un elemento que agrava la enfermedad y dificulta él progreso del paciente. Es por ello que es necesario que él sujeto aprenda formas adaptativas de afrontar él estrés cotidiano y los estresores que forman parte de la enfermedad.

Fase 3 “Revisión y modificación de actitudes desadaptativas”: Actitudes desadaptativas tales como la posesión de altos niveles de perfeccionismo y metas poco realistas, entre otras, llevan a la persona a vivenciar grandes oscilaciones en cuanto a la actividad de su vida cotidiana. Así, estas se tornan en impedimentos que inhiben él proceso gradual de rehabilitación. La propuesta involucra animar al paciente a revisar las ventajas y desventajas del hecho de mantener estas actitudes.

Fase 4 “Solución de problemas relacionados con dificultades prácticas”: Cuando se trata de distintos tipos de problemas prácticos que pueden surgir en él transcurso de avance de la terapia, él terapeuta debe colaborar con él paciente ayudándolo para que logre resolver estos problemas (como por ejemplo volver al trabajo tras un largo período de licencia).

Fase 5 “Consolidación y planificación futura”: Es importante prevenir las recaídas tras la finalización de la terapia. Si él paciente ya ha incorporado estrategias adecuadas para afrontar él estrés y las variables asociadas al mantenimiento del Síndrome de Fatiga Crónica, es menos probable la existencia de una recaída. Aún así, siempre son de gran utilidad algunas orientaciones prácticas para evitar recaídas. Estas pueden ser, por ejemplo, la entrega de un documento escrito por él terapeuta que exprese la formulación cognitivo conductual del SFC, o una relación de estrategias de afrontamiento para utilizar ante posibles dificultades futuras.

Grupos de apoyo: Los grupos de apoyo pueden proveer a los pacientes con información útil y actualizada, y también pueden dar la sensación de pertenencia a una comunidad en la cual hay personas que entienden por lo que están pasando. Algunos pacientes no tienen energía para unirse físicamente a un grupo de apoyo, pero se pueden beneficiar al participar en una teleconferencia.

Asesoramiento psicológico profesional: Consultar a un profesional capacitado ayudará a la mayoría de los pacientes con cualquier tipo de enfermedad crónica a desarrollar habilidades eficaces para sobrellevar la enfermedad. Un terapeuta comprensivo puede ayudar al paciente a desarrollar habilidades para sobrellevar la enfermedad con el objeto de disminuir la pena, la ira y la culpa que a menudo acompañan a una enfermedad crónica, y ayudar a dar fuerzas al paciente para que busque atención integral.

Conclusión

De acuerdo a lo estudiado sobre el Síndrome de Fatiga Crónica, estamos en condiciones de pensar que, a pesar de ser la fatiga un fenómeno propio de la naturaleza humana, es de suma importancia que como profesionales tengamos el conocimiento y las herramientas necesarias para poder identificar a tiempo las causas del padecimiento, no solo físico, sino también psicológico de muchas personas. Es tarea de todos asumir el compromiso de actualizar el conocimiento en forma constante para que el diagnóstico pueda ser realizado en los tiempos adecuados a modo de ofrecer opciones de tratamiento apropiado a cada sujeto que presenta este malestar. El compromiso a trabajar por mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes es un desafío diario que es necesario tomar para que guíe nuestra práctica profesional.

Bibliografía

➢ Arroyo, A. (2012). Síndrome de Fatiga Crónica. Revista científica Odontológica, volumen 8, número 2, pp. 29-33

➢ Sandín, B. (2005). El síndrome de fatiga crónica: características psicológicas y terapia cognitivo-conductual. Revista de Psicopatología y Psicología Clínica, volumen 10, número 1, pp. 85-94.

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